Un buen día, siendo aún muy niña, decidí que de mayor quería ser periodista.
Usar mi profesión para la denuncia social, para luchar contra las injusticias que se cometen a diario y para poner mi granito de arena en intentar conseguir un mundo mejor, era mi objetivo entonces y lo fue durante muchos años. Contarle al mundo lo que no se hace bien, pero también contar todo aquello que sí está bien hecho y que merece la pena difundir.
Ni entonces, ni hasta hace pocos años, llegaría yo a pensar lo que me podría llegar a apasionar no ya el periodismo, que me sigue ardiendo en las venas, sino la comunicación entendida como un todo y como el principio de todo.
La gran evolución del hombre empieza con la comunicación y el gran avance del ser humano, con la aparición del lenguaje.
La comunicación bien entendida y bien planificada, hace grande a aquel que la usa, y, por ende, a la empresa que la lleva a cabo.
Los tiempos están cambiando. Ahora, todo lo que no sea comunicado, no existe, no pasa en el mundo…
Qué mejor argumento para dejar este delicado asunto en manos de profesionales.
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